Marcha Carnaval. Ibagué, junio 2017
Sí buscas resultados distintos,
no hagas siempre lo mismo
Albert Einstein
Colombia está cambiando. En todos los rincones del
país se respira un aire renovador que pese a que las angustias económicas de
las familias se incrementan, se guarda la esperanza que genera esa nueva
oportunidad de cambio por los senderos de la democracia y la paz.
Más claro el agua sobre lo que ha pasado y pasa en
Colombia: la clase dirigente más rancia y
corrupta de Latinoamérica, se ha anquilosado en toda la estructura estatal, de
tal manera que es casi imposible cambiarles. Hay quienes quieren desviar la
atención al señalar, por ejemplo, que los problemas vienen de sectores que no ceden
sus tierras a proyectos mineros o de aquellos que se alzaron en armas para
reclamar derechos. En realidad ya se sabe que los principales males endémicos
del país están en la corrupción, siendo la causa de que crezcan los cinturones
de miseria.
Muchas personas que lideran partidos y movimientos
alternativos, progresistas, de izquierda, en sus discursos plantean la
necesidad de cambio, sin embargo en la práctica continúan haciendo lo mismo. A
veces pareciera que están al servicio de la clase dominante del país, al
obstaculizar la llegada de otras personas a esos espacios de poder y decisión
para que se transforme y florezca la nación.
Es así como las prácticas históricas de los partidos y
movimientos políticos -de la procedencia que sea- no cambian y elección tras
elección, todo sigue igual.
Los de centro hasta la esquina más de derecha,
mantienen sus discursos y prácticas de campaña como la llamada TLC (Tamal,
Licor y Cemento), un hábito que les lleva a perpetuarse en el manejo de los
recursos públicos a su antojo.
Y los de centro hasta la esquina más de izquierda, no tienen
la capacidad de motivar y aglutinar el descontento de gentes de todos los
estratos y rincones de Colombia. Por ejemplo, contarles a la gente de a pie que
un-a congresista gana 1 millón de pesos diarios, cuando el salario
mínimo mensual es de 781.242 pesos…
Señores y señoras del arco Centro-Izquierda, hay que
pasar de posiciones políticas egoístas y mezquinas, a ver las necesidades e
intereses de las grandes mayorías de Colombia, para emprender ahora el cambio
democrático y pacífico, sino también serán responsables de la tragedia humana
que crece en el país con la inequidad y la marginalidad.
Colombia tiene hoy una gran oportunidad de cambio, así
que hay que unir fuerzas para que el parlamento tenga una real renovación y
luego ir por las presidenciales. En ese escenario, la política regional será la
encargada de hacer la renovación, porque los centros del país no tienen ningún
interés, están cómodos en los escritorios capitalinos que les eternizan gracias
a su estrategia de discursos y prácticas demagógicas.
No queda otro camino y, es dar la oportunidad a
quienes apelan a un discurso de esperanza, que sus hojas de vida no tienen
tacha pública, que no tienen “rabo de paja”, en definitiva que no han tenido la
oportunidad de llegar a los espacios de responsabilidad y decisión.
Esos rincones de Colombia, que están en la Orinoquia, los
Andes, el Caribe, el Pacífico y la Amazonia, están citados a las urnas el
11M-2018, como único reducto de la democracia participativa que ha dejado la
tradicional clase dirigente, para que expresen su descontento, votando por las
opciones de cambio en cada uno de esos lugares.
Allí, quienes se encuentran en ese arco de la política
del centro-izquierda -que no han tenido nada que ver con la corrupción- pueden hacer
un acto de contrición y si realmente no están con quienes han ostentado el
poder y quieren una transformación del país con justicia social, que lo ponga
en el siglo XXI, es imprescindible que realicen alianzas o pactos transparentes
que responda a la Colombia nacional y no
a la Colombia política, para que llegue gente con la firmeza de hacer bien
las cosas y a favor de todas las personas que aquí vivimos.
O cambiamos o nos sumergimos más en la miseria humana a
la que siempre apuesta la clase política tradicional colombiana.